Críticas feminismas a la metafísica Occidental

Mesa 4 Aguas

La primera ponencia con la que se inauguró el segundo día del prolífico y enriquecedor Simposio de Filosofía Feminista fue Las críticas feministas al canon de la filosofía y sus implicaciones políticas, por la Mtra. Carolina Terán Hinojosa. La ponente empezó su participación clarificando de qué hablaba cuando hablada de canon: aquellos autores, problemas y textos que se estudian en la tradición filosófica occidental. Para saber qué es la filosofía, nos remitimos a estos tres elementos ya que refieren al legado filosófico occidental. Carolina señaló que, como lectoras feministas, la primera advertencia que hay que considerar es que el corpus de obras y de autores se constituye mayormente por varones.

Teniendo en cuenta esta última consideración, Carolina expuso las tres principales críticas que se hacen desde el feminismo al canon de la filosofía: 1) el feminismo de la diferencia afirma que hay una exclusión de las mujeres en la producción de cultura y conocimiento, sobre todo en la producción de saber filosófico. 2) Hay caracterizaciones misóginas en los autores del canon de la filosofía, así como un demerito de su trabajo como filósofas por el hecho de ser mujeres; también puede ser el caso de que se les asocie solo por su relación con varones. Para Carolina es de suma importancia analizar las caracterizaciones misóginas echas por Aristóteles en su corpus filosófico, dado que impone una narrativa que se reproduce en la tradición filosófica. En general, las narrativas misóginas, como la que está presente en la obra de Aristóteles, promueven y justifican cierta dominación patriarcal en las organizaciones sociales. 3) Las teorías y los conceptos fundamentales de autores canónicos de la tradición filosófica están sesgados por contextos de sexo y género, es decir, están “generizados”. El feminismo de la diferencia sostiene que el sexo determina la observación y reflexión filosófica. Esta afirmación es una crítica a la neutralidad y universalidad del sujeto del conocimiento y de la producción teórica. En la antigüedad, la teoría era concebida como actividad del pensamiento que no tenía que ver con el cuerpo ni con el contexto contingente que rodeaba al autor. En este sentido, la metafísica occidental está generizada: ha renegado de la experiencia femenina.

A partir de dichas críticas, se han generado lugares de estudio para la apropiación y reconstrucción del canon: ¿Qué nos queda? ¿Cómo asumir la tradición? Ante estas cuestiones, Carolina expuso las principales relaciones del feminismo con el canon: 1) se hace una revisión de las figuras centrales que constituyen el canon: se desentierran las figuras que han sido olvidadas, con el fin de despatriarcalizar nuestra tradición filosófica. 2) La reconstrucción de las propias teorías filosóficas a partir de las criticas a la misoginia de los grandes autores, ya que no se trata de omitirlas, sino visibilizarlas para lidiar con ellas. Esta corresponde a una separación moderada, dado que se busca separar los ámbitos teóricos en los autores. 3) Deconstrucción de los conceptos centrales de la filosofía (crítica radical), es decir, intentar despatriarcalizar la historia de interpretaciones y recepciones que se han hecho; esto no supone deshacerse de dichos conceptos, sino mirarlos de una forma distinta. 4) Apropiarse de los aparatos conceptuales para reflexiones y propuestas feministas contemporáneas.

El otro lado de la moneda: las resistencias a las relecturas del canon. Carolina presentó y comentó la contraparte de los ejercicios filosóficos feministas, es decir, las críticas a las lecturas feministas. Resaltó tres críticas: 1) Se afirma que las críticas feministas están sesgadas ideológicamente, puesto que hay una agenda política feminista preestablecida. Sin embargo, Carolina recalcó que tener una agenda al acercarse a los autores canónicos no es una particularidad del feminismo; esta crítica se le podría hacer a otro tipo de ejercicio de interpretación. 2) Las lecturas feministas son anacrónicas, dado que aplican conceptos que no estaban dentro del vocabulario de la época del autor que trabajan. No obstante, afirmó Carolina, el uso de ciertos conceptos que no formaban parte de la época no quiere decir que no traten de caracterizar un fenómeno que, de hecho, existía. 3) Las interpretaciones feministas son inexactas y ambiguas. Tal objeción puede aplicarse a cualquier perspectiva que trate de lidiar con la antigüedad para pensar la contemporaneidad.

Por último, a modo de conclusión, Carolina recapituló los puntos más importantes de su trabajo pensando el canon filosófico. Las críticas feministas enfatizan la categoría de la diferencia sexual dentro de la producción teórica, por lo que la mirada teórica tiene que ver con el sexo y el cuerpo a partir de los cuales se enuncia la teoría; esto pone en entredicho la neutralidad, la universalidad y la objetividad a las que aspiraban los pensadores de la antigüedad. De igual manera, las caracterizaciones misóginas que se encuentran en las éticas y políticas de los autores están relacionadas con los conceptos metafísicos, no se tratan de menciones accidentales. Carolina señaló que hay relación entre el dominio patriarcal, el canon filosófico occidental y las prácticas sexistas, así como el menosprecio de las mujeres en los espacios académicos.

La intervención de Carolina nos invita a pensar nuevas formas de reapropiación de la tradición filosófica, de los conceptos fundamentales, de los problemas filosóficos, así como la manera de generar nuevas formas de conocimiento para ser compartido en la sociedad sin perder grandes figuras de la tradición: tratar de rescatar legados que han sido invisibilizados.

La segunda participación de la mesa fue No se nace mujer: la radicalización del proyecto político de Simone de Beauvoir en Monique Wittig, por la Lic. Daniela León. La ponencia constó de un estudio comparativo entre el proyecto filosófico de Simone de Beauvoir y Monique Wittig. A modo de introducción, Daniela habló de la importancia de repensar a los clásicos, así como la importancia de la obra de la filósofa francesa Simone de Beauvoir dentro del campo de la filosofía feminista.

El estudio comparativo que lleva a cabo Daniela, tiene como ejes tres puntos, partiendo del entendido de que Wittig reapropia el proyecto teórico que Simone de Beauvoir lleva a cabo: 1) el constructivismo del sexo-género, 2) la crítica materialista, y 3) la concepción mítica de la feminidad.

Tomando como referencias las nociones anteriores, Daniela expuso muy concretamente las nociones filosóficas a comparar, de la filósofa Simone de Beauvoir. De Beauvoir sostiene la existencia de la diferencia de sexos, lo cual no quiere decir que estemos determinadas, es decir, que exista tal cosa como un destino biológico, sino que se trata de lo denomina “constructivismo del género”: el devenir mujer y el hecho de ser formada como mujer. En este sentido, los aspectos biológicos y fisiológicos están situados en una sociedad de acuerdo con valores humanos. Bajo este respecto es que surge el mito de lo femenino: la feminidad construida como modo de dominación de las mujeres. Su propuesta no trata de desaparecer la diferencia sexual y el género, sino de ir en contra de este mito opresor de la feminidad con la finalidad de modificar radicalmente las relaciones entre hombres y mujeres.

Otro elemento importante del pensamiento de Beauvoir es el rol que tiene el cuerpo. Mientras que por un lado al sujeto masculino se le relaciona con la objetividad, la racionalidad cartesiana, desencarnado, con conciencia absoluta y pre-existente al lenguaje que está más allá de su sexo (la perspectiva neutral), a las mujeres se les interpreta esencialmente determinadas por su cuerpo (fuerza física, la maternidad, etc.) y por su sexo. Por eso, para Beauvoir el sexo sirve para definir a la mujer.

Para Beauvoir, una característica importante de la opresión de las mujeres, distinta a la opresión por raza o clase, es que hay un vínculo necesario entre hombres y mujeres. La división sexual es una situación originaria y es parte de un ser-con (estar en el mundo con otros). En este sentido, de Beauvoir afirma una interdependencia de los sexos por una característica biológica, y no que se trate de complementariedad. La diferencia sexual le permite a Beauvoir analizar la opresión como subordinación con base en el sexo.

Por su parte, Monique Wittig retoma de Beauvoir la frase no se nace mujer. Sostiene que la opresión femenina no se origina en la biología ni en ningún destino biológico, como ya lo había afirmado Beauvoir; sin embargo, su giro es que para ella la opresión es lo que da origen al sexo, por lo que no concibe a las mujeres como entidades naturales ya dadas, sino como una clase política que la opresión disfraza como una clase natural. La pretensión de Wittig es historizar aquello que tiene pretensión de naturaleza con el fin de desmantelar el pensamiento dominante que da pie a las opresiones. Wittig concibe la opresión sexual como una lucha de clases histórica (reproducción de la especie, tareas de cuidado y trabajo doméstico).

Wittig coincide con Beauvoir con que las mujeres son visibles como sexo, así como convertidas en sexualmente disponibles para los hombres. En relación con esto, Wittig hace una crítica radical a la heterosexualidad, punto ausente en Beauvoir: la heterosexualidad es producto del pensamiento de la clase dominante, del pensamiento de la clase de los hombres, que legitima la explotación con base en el sexo.

Wittig también retoma de Beauvoir el concepto de el “mito de la mujer”. Distingue entre la mujer como naturalización de la diferencia sexual como herramienta de dominio y las mujeres reales. Las mujeres son la clase a través de la cual luchamos, producto de una relación social, y La Mujer es el mito, formación imaginaria. La Mujer es una construcción política e ideológica que niega a las mujeres.

Por toda su concepción del pensamiento occidental, una diferencia importante entre Monique Wittig y Simone de Beauvoir, es que Wittig desconfía del pensamiento universal porque, al final, lo que se nos presenta es el pensamiento heterosexual. Por su parte, Beauvoir no se quiere deshacer de lo universal, aunque lo critique.

Igualmente, Wittig retoma la tesis simbólica de Beauvoir: el pensamiento heterosexual produce y crea otros subordinados. Beauvoir dice que la mujer es la otra del hombre y Wittig afirma que el pensamiento heterosexual requiere del otro, del diferente, del dominado para constituir una diferencia incontrolable. Entonces, parte de la tarea de los feminismos es desmantelar los mitos naturalistas del pensamiento heterosexual: debemos pensarnos como clase, como producto de las relaciones sociales. En este punto, Monique Wittig propone a la figura de la lesbiana como fugitiva del pensamiento heterosexual, porque resulta que su existencia es una falla de la matriz totalizadora heterosexual. En términos prácticos, las sociedades lesbianas son sociedades en resistencia, y están más allá de las categorías de género y sexualidad. Toma este caso como un desafío de la heterosexualidad y una vía de resistencia, comentó Daniela.

A modo de conclusión, Daniel comentaba que Monique Wittig busca abolir el sexo como categoría natural fundante de la sociedad y emancipar a las mujeres como clase al abolir el sistema heterosexual. Esto da paso a un distanciamiento significativo de la propuesta filosófica de Simone de Beauvoir; sin embargo, las estrategias comunes (o los puntos de convergencia entre ambas) son: historizar los discursos, criticar y desmantelar los supuestos fundamentos naturales; igualmente, comparten una empresa desmitificadora respecto a la opresión de las mujeres y un enfoque materialista. Por otro lado, los puntos de divergencia son: los enfoques y límites de sus proyectos; por un lado, Beauvoir toma el sexo biológico como límite y reivindica la fraternidad entre hombres y mujeres, dado que es un vínculo indisoluble. Por otro lado, Wittig busca desmontar la sociedad de pensamiento heterosexuales, las opresiones concretas y desmitificar el pensamiento del modelo heterosexual.

La prolífica y sintética participación de Daniela nos incita a adentrarnos al pensamiento filosófico de dos filósofas feministas que, si bien no han sido introducidas al canon, sus aportes y estrategias nos interpelan con preguntas y nuevas sugerencias para pensar nuestro presente. De igual manera, en tanto que estudio comparativo, nos permite dimensionar el impacto filosófico que ha resultado en acontecimientos, dando pie a nuevas formas de pensar la filosofía y de cómo habitar los argumentos con los que erigimos nuestro pensamiento.

La tercera y última participación de la mesa fue El legado filosófico de las intelectuales de la primera mitad del siglo XX en América Latina: el caso de las argentinas Herminia Brumana y Elvira López, por la Dra. Claudia Gómez Cañoles. La ponencia constó de la exposición las propuestas discursivas de dos filósofas argentinas de la primera mitad del siglo XX en el marco de sus contextos (la conformación de los Estados-nación).

Las cuestiones de fondo con la que Claudia empieza son: ¿cómo hacer productivo un canon actualizado? ¿cómo considerar las memorias borradas? Tales preguntas las tomó en cuenta a la hora de rastrear a estas dos mujeres que no existen en la historia. Esto permite darnos cuenta de que hay una filosofía latinoamericana que merece la labor de ser rastreada arqueológicamente, si se puede decir de alguna manera.

Claudia comenzó su exposición enfatizando en el contexto histórico de las condiciones periféricas de las mujeres en Argentina durante la república de las primeras décadas del siglo XX, que es el periodo de modernización socio-económico promovida por el Estado. Ante las disputaciones del lugar de las mujeres dentro de la conformación del Estado-nación argentino, en las escuelas normales, donde se buscaba homogeneizar ideológicamente, se forman intelectuales reconocidas como Pascuala Cueto, Elvira López y Ernestina López, Herminia Brumana, Elisa Moró, entre otras; todas ellas, generan medidas y propuestas críticas respecto del proyecto civilizatorio de las escuelas públicas en Argentina. Las de corte socialista, especialmente Moró, construyen discursos alternativos al paradigma hegemónico liberal. Desde el locus de maestras y escritoras es que estas pensadoras empiezan a desarrollar su trayectoria intelectual.

Elvira López es precursora de la problemática que aborda el lugar de la mujer dentro de la Academia de Filosofía. Forma parte de un momento importante en la historia: la entrada de las mujeres a la universidad. Ella formó parte de las primeras mujeres en graduarse de la facultad de filosofía de la Universidad de Buenos Aires. Mantiene una constante militancia en asociaciones de mujeres y participa en la creación del Consejo Nacional de Mujeres, formando parte del comité editorial de la revista de dicha institución. Su hermana y ella se suman al Centro Feminista. No es gratuita la constante actividad militante de librepensadoras como Elvira López, ya que es durante su estadía como estudiante que se encuentra en el proceso de elaboración de conocimiento, además de que la militancia le permitió generar vínculos por fuera de la universidad.

El gesto precursor de Elvira López es la introducción de la categoría “feminismo”. Llevó a cabo el ejercicio de desmitificar supuestos patriarcales impuestos sobre la mujer y discutió sobre las ideas en torno a la nueva mujer que se estaba gestando en el proceso de modernización en Argentina. Su propuesta se aboca a una sociedad más justa y en pro de las mujeres. Se teme a la mujer intelectual: se impone en la cultura patriarcal una barrera del conocimiento a las mujeres a partir del discurso misógino sobre ella como una incapaz intelectual, estado de niñez en el que las mujeres son colocadas. López analiza este supuesto de la época, analizando de igual manera lo que autores del canon de la tradición occidental han dicho al respecto.

Elvira López desarrolla una historia de las mujeres donde las expone en diferentes periodos y va mostrando los aportes a la sociedad, el desenvolvimiento de las mujeres en diversas ciencias y ocupaciones a lo largo de la historia. Además, realiza un trabajo hermenéutico para responder a las preguntas ¿qué es el feminismo? ¿Qué busca el feminismo? ¿Cuáles son los fines del feminismo? López concibe el feminismo como una ideología necesaria e inevitable, cuya emergencia se da a la par de un momento histórico. Afirma que tres hechos enaltecen al siglo: el socialismo, el movimiento en favor de la paz universal y el feminismo; en los tres va envuelta la misma causa: la situación económica. El feminismo no pretende trastornar al mundo, sino introducir mayor equidad en las relaciones sociales y mejorar la suerte de la mujer y del niño; por eso se ha dicho que el feminismo envuelve un problema de justicia y de humanidad. El feminismo, que se ha hecho universal, es una necesidad histórica que no se detendrá hasta solucionar los problemas de índole económico y jurídico que lo ha motivado.

López pone de relieve la problemática central de las feministas de ese entonces: la mujer trabajadora, de la resistencia que existe de que ellas participen en el mundo público. Su propuesta la sitúa en la línea de la justicia distributiva, siguiendo a John Stuart Mill. Sin embargo, no se trata de asimilarse al hombre y ocupar los espacios que él ocupa sino perseguir los propios espacios en lo público que se adecuen a las capacidades femeninas.

Por último, Claudia describió brevemente el trabajo intelectual de Herminia Brumana. Brumana empieza su carrera como escritora como maestra en provincia; esto da paso para suponer, afirma Claudia, que su proyecto de emancipación iba dirigido a las mujeres de provincia. Publica una revista que se llama Pigue, cuya producción intelectual estaba enfocada en problemas en torno a la mujer intelectual, la mujer en la casa, en el ámbito político, etc. Herminia Brumana empieza a consolidar sus ideas desde el anarquismo y el socialismo, por eso confronta mucho a las escuelas normales y al magisterio. Las propuestas epistémicas en torno a la cuestión femenina las construye en el marco de la explotación de clases: es consciente del estatus normativo de la mujer en la sociedad. Brunmana desnaturaliza las características de lo público y lo privado, así como lo atribuido a cada sexo. Para Brumana, la realización de la praxis de la mujer y madre en el hogar tienen fines revolucionarios: la de gestar hombres revolucionarios y hombres nuevos; la mujer se transforma en sujeto político si, y sólo si, se autoforma y educa en la cuestión social y en la cuestión femenina.

El trabajo que presentó Claudia es, sin duda, un ejercicio arqueológico para posicionar dentro de la historia del pensamiento femenino en Latinoamérica a dos grandes librepensadoras que revolucionaron su época. Este trabajo demuestra que no sólo se trata de hablar de que las mujeres son sujetos de la historia sino reformular su posición de manera significativa para que se visibilicen sus influencias en los marcos de acción de cada época.

Por Astrid Dzul Hori