Segunda parte de la sesión final

En noviembre del 2019, en el Seminario Potencialidades Feministas llevamos a cabo la segunda parte de la sesión final. Francesca Gargallo, Guiomar Rovira, Sylvia Marcos, Andrea Ortega y Silvia Gil compartieron mesa para pensar las violencias patriarcales compuestas y los movimientos feministas. El diálogo fue a base de preguntas y respuestas, las cuales recuperamos en la presente relatoría para compartir los argumentos e ideas clave de las pensadoras.

¿De qué feminismos hablamos en México?, ¿Cuál es la discusión con el feminismo liberal?

Francesca Gargallo compartió que, en su juventud, no tenía clara la influencia de origen del neoliberalismo en el feminismo. Por ello, precisó los rasgos neoliberales que alían a un feminismo (el liberal) con las relaciones sociales capitalistas. Además, la filósofa advirtió que no todo matiz liberal es negativo, pues el inicio del liberalismo tiene que ver con una ruptura con el privilegio de casta, a partir de una igualdad constitutiva que indica igualdad entre razas que insinúa igualdad entre sexos. Entonces, lo que el feminismo rescata del liberalismo es el desquebraje de privilegios, pues “done hay un privilegio, un derecho es negado”. Sin embargo, el neoliberalismo tiene que ver con el monopolio, que se afianza con el capitalismo para las actividades extractivistas que roban la memoria de insurrección y fracturan las relaciones comunitarias con las construcciones y la explotación sistemática de nuestra fuerza de trabajo. Esto es una perversión del concepto de igualdad, que coloca lo masculino como medida de mundo, lo cual hace permisible la explotación contra otras mujeres y perpetúa la reproducción de valores conservadores. Para Gargallo, el feminismo liberal implica ser tan violenta, asesina, competitiva e indiferente como un hombre. Frente al feminismo liberal, la ponente colocó un feminismo organizado en contra de las violencias feminicidas y sexuales en el que dialogan mujeres de diversas geografías y clases. Este feminismo, precisa Francesca, se atreve a cuestionar los marcos interpretativos de la izquierda hegemónica y piensa más allá de las relaciones de Estado.

Sylvia Marcos recordó que el feminismo del que hablamos es uno entretejido de múltiples voces que se reformula abajo y a la izquierda, alejado de la subjetividad individual del pensamiento neoliberal. Marcos enfatiza la capacidad de escucha del feminismo a las emergencias y saberes de las mujeres de los pueblos originarios y sus manifiestos. Así, el feminismo está en los encuentros y las luchas de las mujeres que dialogan desde sus determinaciones y especificidades.

Guiomar Rovira puso en escena la apertura de los movimientos emancipatorios, que pone en cuestión al sujeto de enunciación desde la marginalización. Esta oportunidad de ruptura, señala Guiomar, posibilita una distribución amplia de la voz en los procesos de globalización, pues las luchas no quedan demarcadas localmente, sino que tienen una dimensión transnacional de red. Así, la democratización de la voz se traduce en un cambio de paradigma organizativo, que significa que el entrelazamiento ocurre de forma organiza para generar comunicación e intervención. La ponente advirtió que la opresión del tiempo capitalizado y globalizado también hace que la lucha devenga red, esto es, una organización basada en la autonomía de los enlazamientos, de los contagios para generar intervenciones extendidas. Las condiciones de poder marcan condiciones de lucha para los feminismos, a saber, la red. Este cambio de sensibilidades rompe con los rasgos que generan fricciones epistémicas con los feminismos, como el liderazgo patriarcal. Así, el “estar” de la red distribuye las voces y genera procesos de liderazgo contingente que responde a los momentos sociales, permite la autonomía. De forma que, el actuar en común de los feminismos, que suscita la red, hace que los feminismos puedan rearticular las interpelaciones a los cimientos sociales y ponen los cuestionamientos al centro. Guiomar indicó que las estéticas y las culturas de masas han hecho aparecer a las mujeres en el escenario, lo cual ha dado lugar al feminismo pop y constituido una oportunidad para acciones emancipatorias. El activismo red politiza los feminismos y los hackea al distribuirlos para que aparezcan voces interseccionales conscientes de los privilegios de los lugares de enunciación para cuestionar las relaciones de poder. Rovira observa que hay una proliferación de feminismos un feminismo abierto que actúa y desestructura desde distintas tradiciones y trincheras según su situacionalidad y sumando a la concentración de poderes contra la violencia.

¿Podemos trazar una genealogía propia de los feminismos en América Latina?, ¿podemos relacionarla con la revuelta feminista que se vive en la actualidad?

Francesca sostuvo que sí se puede trazar una genealogía de los feminismos en América Latina; sin embargo, ha habido ciertas dificultades para que las feministas pudiesen reconocerse en esa genealogía. Por ejemplo, Antonieta Rivas Mercado y Hermelinda Galindo, a pesar de ser feministas y estar cerca de otras feministas mexicanas que cuchaban por la autonomía reproductiva y el sufragio, se remitían a la tradición anglosajona. La discrepancia entre las liberales y la tradición otra era que las primeras demandaban la igualdad de salarios y educación que los hombres, mientras que las segundas exigían la libertad de autodeterminación para pensarse a sí mismas. Entonces, los encuentros de mujeres y los bloques anarquistas y radicales quedaban separados de la agenda. Gargallo expuso que lo que es cierto para Europa no lo es para las mujeres latinoamericanas. Planteó que la preguntase trata sobre si de verdad no hay genealogía propia o si no se le quiere reconocer.  Para dar pistas a la respuesta, recordó una serie de momentos potentes de la lucha feminista en México, mostrando así que la genealogía no comienza en los 70’s, sino, por lo menos, 150 años antes. Señaló que, a pesar de la organización feminista en red, aún prevalecen las distinciones jerárquicas entre países, por lo que invitó a narrar lo que el impulso del feminismo latinoamericano significa en el mundo. Destacó las reinvenciones de formas de resistir y de hacer huelga que el feminismo latinoamericano ha creado para impulsar las rebeliones de las relaciones sociales; en especial, las del movimiento del 68, que debe el cuidado. Reconocernos en nuestra historia porque es la que está enseñando a otras latitudes las formas de luchar a partir de la experiencia vital en condiciones de violencia feminicida y reproductiva que habitamos.

Sylvia Marcos señaló que, a pesar de un inicio influenciado por un pensamiento liberal y colonizador del norte geopolítico, se puede trazar una genealogía feminista latinoamericana porque la pervivencia de comunalidades son un sello indeleble para la lucha social. Marcos advierte el reconocimiento de las aportaciones desde lugares antes minusvalorados, como las del zapatismo y del cono sur. Sylvia lo nombró como un salto epistemológico que permite juntarse en el feminismo. Si bien parecería que las demandas feministas siempre han estado insistiendo, ahora vemos que la organización en red ha ampliado el diálogo y las alianzas entre las mujeres. Asimismo, enfatizó la importancia de explicitar que la genealogía feminista latinoamericana tendría amplia presencia de academia y universidad por la visibilidad de los círculos intelectuales en México y en el norte geopolítico. Tales influencias no pueden desvincularse de la genealogía feminista, por lo que propuso indagar formas de conectar las emergencias en otros continentes con las propias luchas feministas contemporáneas en la urgencia de rearticularnos.

Guiomar Rovira enmarcó la genealogía feminista latinoamericana en la ola global feminista que, con sus formas diversas de manifestarse, mantiene conexiones importantes con las que comparte aprendizajes y se extiende. La genealogía ha puesto en el centro la importancia de la vida para articular la emancipación en momentos de violencia absoluta y en un mundo catastrófico. En la genealogía de las luchas globales, el cuidado de las mujeres ha sido un sitio incuestionable en las luchas contra el autoritarismo. Las formas de irrupción de lo político se han reivindicado en América Latina y en primera persona por la necesidad de tomar acción sobre lo común, lo cual pone en juego el especto amplio de las condiciones que la vida requiere para su reproducción. En este sentido, Guiomar advierte que la ola feminista proviene de las multitudes conectadas que ponen el cuerpo por lo común en un proceso de feministización que distribuye voces e irrumpe las genealogías de un feminismo ampliado que hackea las formas de izquierda que no son aplicables a las mujeres que luchan por la vida. Así que la lucha no está en la construcción de programas, sino en el pensamiento sobre los cuidados, los cuerpos y la experiencia de vivir juntas, marco subversivo que cuestiona la política para desnormalizar las violencias machistas. Guiomar señaló que la potencia de los feminismos latinoamericanos también está en la forma de acuerparse, resignificar y politizar las violencias del contexto, como la violencia sexual, el feminicidio y la prostitución. Lo cual, en sus palabras, da un feminismo de libre apropiación que es imprescindible para luchar en distintas latitudes contra las violencias generalizadas en la multitud de países, ya que la vinculación genera formas de denuncia y acción masiva. Para ejemplificar, la ponente llevó a la mesa el MeToo, la Marcha de las Putas, Vivas Nos Queremos y otras movilizaciones masivas de las feministas en red que desestructuran y construyen su genealogía. Esta potencia para reivindicarse y resignificarse feminista también, advierte Guiomar, corre el riesgo de aliarse en momentos de contradicción con el capitalismo y sus formas de mercantilización.

¿Cómo pensar la situación actual? Capitalismo, ¿qué capitalismo? Violencia, ¿es de viejo cuño o es novedosa? Racismo, ¿cómo opera en los discursos, también en la izquierda y cierto feminismo? Patriarcado, ¿cómo pensarlo hoy?

Francesca Gargallo señaló que pensar desde México es posicionarse como un territorio atravesado, por un lado, exclusión de personas que migran y, por otro, de expulsión de personas. En esta situación, México es el sitio de confluencia de múltiples las violencias, en las que la fuerza del narcotráfico hace lo que el Estado necesita y la explotación laboral mantiene en condiciones indignas a la población. En este horizonte, un diagnóstico de la violencia actual puede también encontrarse con una estrategia contra el patriarcado: “la calle es de quien la camina, las fronteras son asesinas”. Francesca sostiene que si la violencia de hoy tiene reacciones feministas nuevas se debe a la toma de conciencia sobre la violencia misma en los diálogos interclasistas e intergeneracionales entre mujeres. La diversidad que puede servir a la otra es un recordatorio de que no se puede ser feminista sin reconocer que el factor de racialización coloca en desventaja. Por ello argumentó que la distribución del cuidado como necesidad para la humanidad es la enseñanza de las mujeres.

Sylvia Marcos expuso que el Patriarcado es un término que expresa todo y nada, pues en su repetición se piensa como un sistema de dominación estático, pero sus significados son cambiantes en la historia y en la interseccionalidad diversa de las mujeres. Sylvia se preguntó por la utilización de algún término otro que dé cuenta de las violencias variables y, ese tenor, propuso la división entre el pensamiento androcéntrico, las instituciones patriarcales y la cotidianidad machista.

Guiomar Rovira señaló que el reto de inteligibilidad del mundo que nos coloca la violencia demanda conceptos y categorías novedosas, pues, para comprender las redes híbridas de captura y poder que sobrepasan a los Estados, hay que pensar el poder de otras formas. Rovira advirtió que el poder está en los flujos del capital financiero que controlan los fondos de inversión y mueven el dinero. La concentración del poder en una minoría enriquecida se oscurece por el aparataje complejo que ayuda a que sólo veamos los efectos de expulsión de la vida. Estas redes de violencia son difíciles de identificar porque no podemos señalar imagen de quien dirige los ataques, ya que no hay nadie en el volante. Nos encontramos con corporaciones tecnológicas que colonizan y lucran con las redes de comunicación de los dispositivos móviles, esto implica que la concentración del poder esté bipolarizada entre los países generadores de dichas tecnologías: EUA y China, quienes se apropian de la sociabilidad y convierten en un panóptico. Para Guiomar, el escenario es alarmante, pero las hackfeministas llevan el cuidado al mundo de la sociabilidad y piensan el sistema de dominación que precariza a las poblaciones y la complejidad del mundo actual para buscar cómo construir sentidos comunes que desapropien estos espacios sociales de las corporaciones. Invitó a compartir lo que sabemos para expropiar las herramientas desde los saberes.

¿Cuáles son las propuestas éticas, epistemológicas, políticas y ontológicas que los diversos movimientos de mujeres están poniendo sobre la mesa? ¿Dónde reside su radicalidad? ¿Hacia dónde vamos?

Francesca Gargallo expresó que las propuestas feministas no son una serie de reglas para la acción, sino una multiplicidad de posibilidades para entender y sentir el derecho a vivir bien. Los feminismos en diálogo llevan a pensar modos diferentes de ser mujeres en la diversidad de situaciones y los puntos comunes. Francesca recordó la insistencia de Miriam Miranda sobre la resimbolización de la vida y las formas de relación en aras de entender las razones de las resistencias, comprender lo que está en juego ontológicamente cuando hablamos de protección y recuperación de las tierras, que son aire y forma de vida, no hectáreas. De esta forma, Gargallo señaló que las comprensiones están al servicio de diferentes intereses, por lo que lo vital se convierte en comprable y ese proceso de resignificación en contra de los poderes del capital debe estar latente para resistir. Por ello, la ponente concluyó que la consciencia de la significatividad es una de las potencias del feminismo contemporáneo.

Sylvia Marcos compartió que la propuesta ética, epistemológica y política con la que se compromete consiste en la búsqueda de la descolonización del imaginario feminista, ya que es lo que gestiona el espacio social de la política. Así, comprender lo que significa ser mujer en colectivo desde las voces de las mujeres indígenas en tiempos convulsionados. El reto, señala Sylvia, está en no subsumir la potencia de sus propuestas con el afán de hacerlas comprensibles en el pensamiento ilustrado y dominante. La lucha indígena es desde la diferencia que busca la identidad propia en el entramado de género. Para no aplastar las experiencias vitales, hay que poner de relieve los poderes de clase y otros privilegios de situación social para entonces revisar y encontrar otros mundos. Para aprender de formas no destructivas, de formas que no heredamos, Marcos propuso el concepto zapatista “otroas”, “compañeroas”. Esto nos advierte de la reconfiguración de géneros que apela a una fundición del colectivo, una dualidad de opuestos en síntesis que fluye entre lo masculino y femenino. De esta forma, no se domina al otroa a denominarse de una u otra forma, se respeta su derecho a ser quienes son. La propuesta, explicó la ponente, es ética de raigambres epistémicas, pues más allá de la económica, la injusticia epistémica es el principal reclamo del pensamiento decolonial. La radicalidad del pensamiento está en sostenerlo en la diversidad del fondo común, en la posibilidad de crear nuevos binarios en movimiento permanente, pues el problema no es la dualidad, sino la imposibilidad de imaginar otras dualidades no fijas y de indefinición fluida.

Guiomar Rovira compartió que, ante la individualización del neoliberalismo, la aportación de los asaltos del feminismo en todos los espacios sociales es el paradigma de la vulnerabilidad, pues frente a la imagen sacrificial de la lucha, coloca la vulnerabilidad. Giomar enfatiza que el aporte de la comprensión de una condición vulnerable como punto de reconocimiento humano indica que somos cuerpos diversos que necesitan cuidado de la vida múltiple y da entrada a la política. El feminismo plantea que estamos juntas todas y que la experiencia tiene un valor crucial en la generación de confianza epistémica distribuida, en la que la palabra de los sujetos precarizados cuenta y es espejo en el que la otredad se reconoce. La credibilidad se opone a la violencia, ya que logra acuerpar y transformar la lucha por la emancipación. En este sentido, Guiomar sentenció que el reto del feminismo está en ser predicado, no sujeto, en resistir a las identidades y luchar en un devenir constante en el que, si bien hay una ofensiva política desde la identidad, entramos en la política desde la desidentificación con aquello que se nos dijo que debíamos ser.  Por lo que es feminismo es, por definición, antiidentitario y antirracista, ya que es la construcción de un espacio de cuidado y libertad de ser frente a la humillación de la derecha identitaria. Este mundo, nos indicó, tiene que ver con el deseo de la igualdad y del amor, bienes que se multiplican y son parte de las potencias del feminismo que está mostrando cómo la vida que se escapa y resiste ante sistema de dominación actuales.

Relatoría escrita por Nohemí García